Arquitectura y el lenguaje


Por:
Dr. Luis Javier Rena Arroyo
Arquitecto

Al escuchar a un médico, que dice: “usted tiene un problema de hipogonodísmo-hipogodónico con una dilatación atemporal…”, o a un abogado decir: “usted sabrá que un arreglo entre dos voluntades, es superior a una sentencia tirada por el ministro en cargo de su defensa…”. O al estar en medio de una discusión, y que tu oponente cruce los brazos, que, con un guiño, me dé a entender una molestia, aunque su dicho verbal sea un ¡está bien!.

El lenguaje nos construye como sociedad y es indispensable para poder desempeñar bien cualquier oficio. En lo personal, me molestan mucho los anglicismos de los cuales estamos saturados hoy en día. El expresarnos correctamente no significa que queramos aparentar hacernos los intelectuales. He escuchado a varios arquitectos utilizar un lenguaje incorrecto en las obras y su justificación es que los albañiles ni si quiera cursaron la primaria, acusándolos de incapaces de entender de lo que habla el arquitecto. 

Pero sabías que el albañil sí sabe leer un plano. 

Es probable que tu albañil no tenga un grado académico, pero te aseguro que muchos de ellos conocen un vocabulario técnico – constructivo muy competitivo ganado por años de experiencia y por ello merecen todo nuestro respeto en su trato y al dar una instrucción.






Por ejemplo, si se les pide que limpien un chaflán para poder incluir un gotero y así evitar un escurrimiento y por ende la erosión del muro, sí que lo entienden y mejor que muchos “arquis” de moda.

Dejemos de usar el lenguaje para aparentar superioridad, dejemos de hablar mal y empecemos por entendernos; dejemos a un lado el ego y empecemos a construirnos, empezando con nuestro vocabulario personal y tratemos de adaptarlo al momento y lugar adecuado.

Cuando se proyecta un plano se agradece siempre un buen corte por fachada, ya que este tiene como tarea principal poder dar a entender y describir especificaciones con las que se desarrollará el armado de la obra en cuestión.

Es común encontrar algunas especificaciones en estos planos, por ejemplo:

Trabe de 25X40 de concreto armado: 4v3/8 E#2@15

Que se ve y se lee muy aparatoso para cualquier persona ajena al campo de la construcción. Pero esto no es más que es una trabe de 25 cm de ancho por 40 de alto y que lleva varillas de 3/8 con estribos de alambrón a cada 15 centímetros.

En los distintos cortes llegamos a encontrar nombres como: pecho de palomapretil,cumbrera,chaflán,impermeabilizante,enladrillado,losa armada, etcétera. Estas palabras son necesarias para podernos entender entre nosotros durante un proyecto. Por lo cual cada una de estas indicaciones sirven para algo, todo tiene una razón de ser. 

Para dejarlo un poco más claro, un “pecho de paloma” no es un adorno, aunque se vea bonito, es un jotero que sirve para que el agua no se escurra sobre los muros. En antaño, cuando se hacia los muros de adobe un escurrimiento podría ser la diferencia entre una casa duradera o no; así que un pecho de paloma servía para que el agua no erosionara la pared y se debilitara.

En resumen, estoy cansado de ver cubos de concreto, egos inflados, y casas ridículamente escurridas que con un pecho de paloma podría verse mejor. Y aquí me pregunto: ¿cuándo el concepto arquitectónico es superior a la dignidad y finalidad del usuario?, creo que la respuesta es cuando dejamos de hablar propiamente. 






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