La teoría Bauhaus (parte 2)
Los dos grandes promotores de la arquitectura europea
son sin duda Le Corbusier y Walter Gropius.
FOTOGRAFIA DE WALTER GROPIUS Y LE CORBUSIER EN STUGGARD. BAUHAUS. |
Le Corbusier, asume la racionalidad como sistema y
traza grandes planes que deberían eliminar todos los problemas existentes.
Gropius al contrario asume el racionalismo en tanto un método que permite
localizar y resolver los problemas que la existencia nos va planteando de
manera continua.
Esta yuxtaposición teórica se nota incluso en sus
personalidades y caracteres de ambos, Le Corbusier lanza proclamas, publica
manifiestos, organiza giras de propaganda por el mundo entero y grita a los
cuatro vientos que existe un Espirit
Nouveau.
Gropius en cambio, se encierra en su escuela,
transforma su teoría en una dialéctica exacta, su lógica en una técnica y acaso
se pregunta si existe aún un Espirit.
La visión de Le Corbusier y de Gropius es la visión
de un francés contra un alemán, en la primer guerra Alemania se rinde, y los
puntos de vista de ellos son opuestos. Sin ser nacionalistas la visión de uno
es del vencedor y la del otro del vencido.
Por lo cual la situación histórica hace más denso el
contraste, Le Corbusier juega todas sus cartas sobre el prestigio de la
burguesía francesa revigorizada por la victoria, su intención es ayudar a
establecer la paz. Proponiendo a cambio de una garantía de la futura pacifica
cooperación entre los dos pueblos (alemanes y franceses) aquella misma
civilización maquinista. Que se hablaba ya desde Viena. Buscando un equilibrio de bienestar, que
nunca llegó.
Ya que cuando advierte que la civilización maquinista,
fabrica cañones en lugar de casas y protesta contra ello con plena buena fe,
los cañones ya habían comenzado a destruir las casas.
La racionalidad de Le Corbusier difiere de la de
Gropius siempre se adhiere a utilidades particulares, Su racionalidad
clasifica, coordina y sobre todo actúa como un elemento de equilibrio social.
Gropius opina de Le Corbusier: “Es un
hombre de buena fe que cree seriamente en un nuevo tipo de contrato social. La
burguesía renunciara a la guerra si el proletariado renuncia a la revolución.”
Lo que le importa es superar la determinación histórica, la dramática
adherencia a las situaciones del momento que impulsan al arte.
Gropius no puede cerrar los ojos ante la grave crisis
del pueblo alemán, y a una burguesía que quiere retornar a sus antiguas
tradiciones de cultura, y ratificar el curso alcanzado a una aberrante
regresión. En un fatal retorno a los ideales religiosos. Y ubica tanto a la
razón y la inteligencia como una autoridad.
Gropius se Proyecta junto con sus artistas predilectos,
en cuanto a la música de Wagner, el pensamiento de Nietzsche y la poesía de
Hofmannsthal. La propuesta de Gropius de entregarse a un arte enteramente
racional, liberado de todo ideologismo y ligado a las férreas leyes geométricas
y a los sistemas de producción, entendiendo que la sociedad está enferma y el
arte, es el medio sobre el cual es preciso actuar para reducir el deseo social
de muerte y así rectifica la función del arte.
Su mayor preocupación es rescatar la clase productora
y dirigente de una creciente decadencia y dirigirla en dirección al
cumplimiento de sus deberes sociales. Reorganizar la producción “tectónica” técnica creando al tiempo las
condiciones efectivas y objetivas para el debido progreso de la vida social. “Aquí entra en juego la función artística
proponiendo al arte como un instrumento perfecto.” Declara en efecto que
todo trabajo, es manifestación de una esencia interior y que solo este trabajo
tiene un significado espiritual, mientras que el trabajo puramente mecanizado
no tiene sentido vital.
Mientras la economía y la máquina sigan siendo fines en sí mismo, en vez
de medios para librar crecientemente las energías del espíritu del peso
abrumador del trabajo mecánico, el individuo seguirá siendo esclavo y la
sociedad no encontrara su configuración definitiva. La solución no depende de
la mejora de las condiciones externas de la vida, sino de un cambio de actitud
del individuo respecto a la obra.
Gropius hace hincapié en la enseñanza de la Bauhaus, en el proceso que existe entre
la ideación y ejecución, en el cual se resuelve el problema de la relación
entre el trabajo intelectual y trabajo manual, esquematizándola entre el
capital y el trabajo, y la reduce a una cuestión de organización y técnica, así
la presenta bajo el aspecto de tránsito en el proceso. En un intento que lleva
desde la sociedad de la economía artesanal hasta una sociedad de economía
industrial.
La industria en lugar debe asimilar al artesano bajo
la propia organización mecánica, por ello la dialéctica de la Bauhaus estaba
regulada por el ritmo de un desarrollo gradual desde el utensilio hasta la
máquina. El proceso que lleva del artesanado a la industria debe reducirse a su
vez al proceso que desarrolla la experiencia individual en una experiencia
colectiva.
La definición de Gropius de la obra de arte se basa
en su función y el arte no debe predicar o exhortar, ni proponer metas ideales,
tiene su fin es si misma, no más allá de sí, es útil en cuanto es arte, ya que
el arte es en función de la sociedad, pero solo es arte en cuanto cumple con dicha
función.
La obra de arte es un objeto que la sociedad produce
para corresponder a una necesidad real. Y no para satisfacer aspiraciones
ociosas. Y sentencia que una sociedad que no haga uso del arte que produce será
defectuosa, porque la necesidad insatisfecha o los restos inutilizados crearán
peligrosos desequilibrios ideológicos y psíquicos. Es preciso que el arte se
configure de tal modo que pueda ser reabsorbido enteramente en la circulación
de la vida.
Su función es demasiado delicada para que quede
confinada al arbitrio incontrolable de la inspiración.
El genio artístico no encuentra su lugar en el marco de una organización
perfecta. Con ello se renueva para el arte la antigua condena al ostracismo que
fue dictada en la republica de platón.
Desde un punto de vista marxista, todo proceso histórico y del arte,
dependen del desarrollo de los medios de producción, por lo tanto, el arte debe
servirse de los medios de producción de la industria. Trasformando la idea del
arte para adecuarla a los medios de producción, y dado que la industria es
productora de bienes de utilidad colectiva, la obra de arte no deberá dirigirse
a los grupos más cultos, sino resultar utilizable por el conjunto de la
colectividad, de hecho, no pide ser comprendida o interpretada, sino utilizada,
ni propone un grado de cultura.
En el pasado la razón estaba vuelta a la contemplación. Por medio de la
razón se construían los grandes sistemas y se diseñaba la arquitectura solemne.
Pero este humanismo implicaba la idea de una humanidad jerárquicamente dividida
en una clase superior y dirigente, participe por divina embestidura de las
leyes supremas del universo, y una segunda clase inferior y servil cuya única
tarea sería el hacer. Según el designio de los iluminados dirigentes. El arte
como representación de lo creado y trascripción de las leyes.
El arte es la prueba tangible de una cultura y de las clases que son sus
depositarias. El arte sacro en manos de la iglesia romana en el medievo, el
arte profano y clasicista del Renacimiento, el arte eclesiástico de la
contrarreforma y el arte histórico del tercer estado, son otras tantas
entidades de fuerza por cuyas las clases dirigentes exponen su autoridad y
posición.
Este es esta la problemática que Gropius quiere
resolver, con su arquitectura y con la dialéctica de la Bauhaus, dado que
permanecen las clases dirigentes, derivando de echo su capacidad directiva de
un lúcido conocimiento de lo real, sin duda el arte sigue siendo
representación, manifestación de la realidad a través de sus leyes en las
categorías fundamentales del espacio y el tiempo.
La misión del arte es conferir una absoluta claridad
formal a todos los objetos por medio de los cuales se cumplen las acciones de
una existencia organizada, componiendo el espacio en el que dicha existencia se
realiza.
De los objetos artísticos que condicionan su
existencia a un espacio y un tiempo regulados en su función social, el
individuo no capta la que es su razón constitutiva profunda, pero aun así en el
contacto con ellos, experimenta un placer estético que nace de su nítida y
circunscrita percepción. La eficiente adecuación formal de las cosas que
constituyen el ambiente inmediato de su existencia. La misma superfluidad de
una meditación intelectiva respecto al “goce” practico y afectivo de las cosas
artísticas asegura la inmediatez, inevitabilidad y totalidad de aquel placer
estético.
La abstracción no busca darnos una interpretación de
la realidad, sino determinar y designar una condición de la conciencia, en la
que todo gesto especulativo quede de echo irrevocablemente prohibido, lo que se
niega es toda evasión de la naturaleza, toda efusión del sentimiento. Se busca
la inmediatez con que la obra se da en sus tangibles e incontestables
parámetros formales, formas geométricas exactas, promoviendo que la obra de
arte sea asumida en calidad de guía. La obra de arte como cualquier otro
objeto, se trata de una mera percepción que se puede dar a una conciencia. No
posee un antes o después, sino que es puro momento del ser. Pero como condición
de no contemplar el arte. Ese es el objeto-arte.
ARTE - OBJETO |
Gropius explica que la industria como el arte aún
padecen desde un tiempo una enfermedad y su curación, es la identidad que ya
estaba presente desde finales del siglo XIX, en el Art Nouveau.
Es el arte omnipresente existente en el uso de los
todos los objetos siempre oscilantes entre fantasía y naturalismo mostrándose
incapaz de distinguir entre la forma y el contenido, con su poética y
musicalidad el Art Nouveau, aspiraba a ser arte social, que se encontraba desde
los cubiertos, joyas, arquitectura hasta en los detalles más sencillos de la
vida cotidiana. El arte es un modo de vida.
El mito europeo que nos propone Gropius ya no es la
música o la poesía, sino la razón un mito más cerrado, que lleva en sí los
gérmenes de la duda y del desengaño.
Gropius cree que la enfermedad es siempre producto de
un error de la voluntad, de un descarte interno que, separándonos de lo
concreto de la vida, nos arroja hacia el mórbido dominio del desorden, del inconsciente
y del sueño de la muerte. Pero cree igualmente que diagnosticar el propio mal y
perseguir sus orígenes más profundos en nuestra vida interior y destruir con el
raciocinio la ventaja que lo irracional tomó sobre nosotros y con ella obtener
la curación.
Toda su teoría y su trabajo se define y gira en torno
al objeto-arte como curación social. Una apuesta audaz, digna de un genio.
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