El Pritzker y Don Teodoro



El pasado fin de semana, el viernes 16 de septiembre Perdimos a uno de los más grandes personajes de México, al gran Maestro Teodoro González de León. Nos dejo un legado arquitectónico invaluable y esta por de más alabar su obra arquitectónica, quisiera hablar de la enseñanza que sin querer me dejo en lo personal.



La primera ves que tuve el placer de conocer al gran Maestro fue en 1990, en el Colegió de Arquitectos, yo era un estudiante de arquitectura del 110 modulo en la UAM-Xochimilco, y me había metido en problemas con un docente al cual lo llamare arquitecto “A”. Me dio la materia de Teoría, y este odiaba a Le Corbusier, y yo cual Prometeo al saber este gran disgusto lo citaba bajo cualquier pretexto, una ves cansado dicho arquitecto “A”, me reprobó sin excusa alguna, por lo cual el coordinador el Arquitecto Horacio Sánchez, me recomendó participar en un concurso y si quedaba entre los primeros 500 lugares hablaría conmigo y recomendaría al Arquitecto “A” de no reprobarme. Me inscribí dos veces, por si un proyecto me fallaba.

Entregue los proyectos en el colegio de arquitectos Solo quedaba esperar a que me hablaran. Lo cual paso en la segunda semana de diciembre de 1990 y me notificaron que debía explicar el proyecto ante un jurado. Me presenté y vi a esos seres del olimpo; Al arquitecto Félix Sánchez quien después fue mi maestro y director de tesis en mi grado de Maestría, Al Arquitecto Días Infante, y al gran Maestro Don, Teodoro González de León. 

Yo creo que, siendo un chamaco, y al empezar a explicar el modulor de Le Corbusier les he de haber caído en gracia, ya que los tres se sonrieron entre ellos y no me interrumpieron en lo absoluto, al final me pidieron que los dejara solos y que me enteraría de lugar de mis dos proyectos después ya que una secretaria me hablaría por teléfono.  Y así fue me hablaron me dijo la señorita a tanto rogarle los lugares obtenidos y zaz.

Los dos proyectos fueron pasando barreras y quedando en posiciones jamás esperadas, al final logre quedar en el primer y séptimo lugar, Así como lo leen el Primer lugar, WOW. Así obtuve el premio nacional de arquitectura 1991, logrando no solo que Horacio hablara con el arquitecto “A” sino que finalicé mi licenciatura con ese gran reconocimiento.

La entrega de premio fue el 30 de enero de 1991, a las 8:00 pm, subí al estrado y tendiéndome la mano saludé a los tres, recuero como los ojos profundos de Don Teodoro González me descifraban, como si pudiera ver mi futuro o mis huesos, sonrió y solo me dijo un “Gracias” nada más eso gracias.



La segunda ves, fue en 1987, en unas conferencias extraordinarias que organizo, en la facultad de arquitectura el Dr. Álvaro Sánchez, yo cursaba los últimos semestres de la Maestría y el diplomado en D.R.O. cuando nos avisaron de los postulantes, y fueron Ricardo Legorreta, Don Teodoro González de León, Agustín Hernández, y mi director de tesis Félix Sánchez por su puesto. Una planilla de primer mundo.

La presentación de Don Teodoro, fue un desastre la fallaron los proyectores, no se escuchaba bien, y termino muy enojado. Todos los que estábamos en el auditorio salimos decepcionados, y al caminar desde la facultad de Arquitectura al edificio de posgrado, en medio del pasillo cerca del estacionamiento ahora de docentes. Estaba parado en el estanquillo Don Teodoro González de León, con el saco en su hombro derecho y las mangas arremangadas, comprándose una ¡coca cola!

Nos acercamos en bola, y no nos volteo a ver, solo se giro y señalando con la mano Izquierda, con todo y refresco dijo: “Yo me lo imagine diferente” Miren…y empezó a caminar. Ha sido la MEJOR conferencia en que yo he estado, el hombre, ese Arquitecto fue el mas sencillo y humano, uno más aquí, al terminar todos estábamos sentados en el pasto en una de las Islas de C.U. cuando me di cuenta éramos mas personas que las que estuvimos encerrados en el auditorio. Que sencillez y profundidad en su platica, como olvidarlo.



La tercera ves, fue en 2002, yo estaba encargado de una remodelación de un edificio en Rio Tiber, y al medio día después de abrir la obra y checar detalles, me gustaba ir a los museos cercanos y ese día fui al museo Tamayo. Cual fuera mi sorpresa al verlo entrar, con un traje negro impecable y un sequito grande de personas con él.

Esta ves no me acerque, dude de que me reconociera, pues solo me había visto dos veces en su vida, pero para mí la perspectiva de esos dos días era enorme, así que decidí quedarme atrás y me fui a la cafetería, de ahí lo podría ver al salir, y lo vi salir y una ves mas traía el saco en su hombro y la camisa arremangada, con la mitad de su sequito, explicándoles cosas ya que señalaba hacia las avenidas y a los árboles. Vi al hombre una vez más, a ese Arquitecto sencillo que no le importaba manchar sus zapatos al pisar el pasto y la tierra por explicar algo.

EL Arquitecto debe ser sencillo, humilde porque de ahí brota su creatividad de ahí brota lo humano de sus proyectos, eso es ser arquitecto, esa es la enseñanza que me dio El gran Maestro, Don Teodoro González De León.  Que en Paz Descanse.

Pd. Sigo pensando que la academia nos quedó a deber con él. Aunque Don Teodoro nunca necesito del Pritzker para ser él.  GRACIAS.




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